lunes, 21 de enero de 2008

Un poco de paz

Es difícil describir el estado en el que me encuentro ahora, y por tanto no lo haré. Sólo una palabra, que sintetiza mi día de hoy... bueno, dos: paz y amor. Me siento un poco más en paz y un poco más querido que hace unos días atrás, y también, quizá, un poco más triste... vaya contrasentido, ¿no?

Gracias por tratarme así... por esos abrazos maravillosos, por tu presencia.

domingo, 13 de enero de 2008

Dies irae

Hay gente que es gilipollas, y éso es público y notorio. A mí nunca me ha molestado que los imbéciles existan: cumplen una función utilitaria en el ecosistema. Los tolero, los ignoro o hago ver que no los veo, mientras éllos no se metan donde no deben.

Y ahí empieza el festival. Cuando algún insensato mete la mano en el nido de la serpiente, lo que no puede esperar es salir indemne. Y lo mas normal es que reciba una picadura mortal que acabe con su vida entre terribles estertores de agonía.

No disfruto destrozando a álguien, en mí es un acto de legítima defensa, perfectamente natural. Mi supervencia es lo primero en mi jerarquía de valores, y todo lo demás está situado en un nivel inferior. Yo no siento la mas mínima sensación de remordimiento. Soy un ser despiadado, terriblemente frío y carente de toda moral.

lunes, 7 de enero de 2008

Lo que deseo del nuevo año

Pues... mi lista de deseos para este año 2008 es muy corta, pero no pido cualquier cosa:

1.- Que los amigos que el año me traiga, sean sinceros y alegres, como yo.
2.- Que los que ya tengo, conserven la alegría.
3.- Que pueda volver a sentir álgo por álguien -me quedé muy jodido tras mi última ruptura, y eso que ya hace 3 años de éso.
4.- Que siga pudiéndome ilusionar como un niño, tal como hago ahora, durante toda mi vida, aunque a veces reciba a cambio jarros de agua fría -tengo más moral que el Alcoyano.

sábado, 5 de enero de 2008

La importancia del lenguaje

Solemos conceder una especial importancia a todos los elementos externos que rodean nuestra vida cotidiana, procurando que están bien diseñados, sean elegantes, útiles y digan de nosotros, sus poseedores, que somos personas cultas y civilizadas.

Todo ese cuidado lo ponemos en los objetos materiales: mobiliario, ropa de vestir, complementos... incluso buscamos que nuestras amigas y amigos sean lo mas guapos posible, por si hay que enseñarlos a las visitas, para poder presumir de éllos.

Tanto cuidado sería deseable también para el lenguaje de uso cotidiano. No somos conscientes muchas veces de lo mucho -o poco- que dice de nosotros. No hay necesidad de andar con el diccionario a cuestas: el lenguaje, aunque de escaso vocabulario, se agradece cuando está empleado con tacto y prudencia. La mejor palabra, muchas veces, es la que queda por decir...

En otras ocasiones, hay que ser audaz, y vencer con un torrente de palabras. He dicho vencer -y no convencer- porque tristemente me he dado cuenta que muchos no prestan atención al contenido, sino a la forma, a la verbosidad, al exorcismo. Como cuando los bomberos van a apagar un incendio, y se llevan medio edificio con la potencia del chorro del agua: pues éso mismo.

Hay mucho que decir sobre el lenguaje. Pero también sobre el silencio, que no significa necesariamente ausencia de lenguaje. Los lenguajes no verbales son una parte importante de la comunicación, y requieren su entrenamiento. De forma instintiva se puede saber si alguien te ama, te acaricia, te ignora o te desprecia. Por lo que no dice, por la gestualidad, por cómo se posiciona ante tí, su interlocutor.

Puede que necesitemos reflexionar más. Yo me he contenido hoy al escribir ésto, porque he preferido cuatro lineas sinceras a un manual sobre la Teoría de la Comunicación -que existen, y si quereis os paso la bibliografía.